El pantalón color gris ceñía su cintura y hacía ver su
delgadez extrema, pero, yo me enamoré de él. Mis ojos lo perseguían cada tarde
a través de los cristales de la ventana de mi habitación hasta aquella noche
cuando por fin se decidió a invitarme a bailar.
Un amigo común estaba de cumpleaños. Y aquello fue el
pretexto perfecto para que nos reuniéramos. Al principio corrió detrás de una
de las chicas de belleza más exótica jamás vista, pero, ella le dio calabazas.
Tuvo que conformarse conmigo que me había replegado en la tristeza al ver como
trataba en vano de conquistarla a ella.
Esa misma noche nos fuimos juntos y ya no nos separamos más.
No, así no es la historia. En realidad, treinta meses más tarde nos dijimos
adiós en un aeropuerto. Con las manos enlazadas y la voz temblorosa nos dijimos
adiós.
Lo peor vendría a partir de ese momento. Nos enviamos tantas
cartas como pudimos, y nos prometimos tanto amor como nadie en este mundo.
Pero, la vida es lo que es: una carga pesada. Un fardo que
se va poniendo viejo. Un destino escrito en cualquier parte, menos en tu
cabeza. Una idiotez y un gran complejo de que todo va a estar bien.
La vida es de las tristezas la mayor agonía. Más, uno anda
como si eso no fuera contigo. Uno anda pensando en que le tocará al otro y no a
ti.
No volvimos a vernos más, hasta hace muy poco. Treinta años
después. Antes el pelo le caía sobre los hombros. Ahora es blanco y tan corto
que me pregunto por qué tienen que haber barberos sobre la faz de la tierra. Su
cintura ha aumentado. Y yo me he puesto vieja.
Sus ojos brillan cuando me miran. Me comen como antaño. Y mi
respiración se agita al roce de su piel.
Hemos pasado treinta días juntos y no me ha alcanzado el
tiempo para contarlos. Ni para entender. Nos escapamos del mundo, pero, allá
fueron a buscarnos las obligaciones terrenales. Bendito Dios y su séquito de
conveniencias mutuas.
No dejaré que se marche, no dejaré que regrese. Me han dicho
que con solo treinta gotas bastan para que un caballo duerma por siempre.
Mañana no se irá a ninguna parte. Mañana no podrá irse a ningún lugar. Ni yo
tampoco. El treinta es el número mágico, solo que él no lo sabe.
Sinopsis del libro: Cuarenta escritores se han unido para escribir los cuarenta relatos que
componen esta antología de amor publicada por el grupo literario Libros,
lectores, escritores y una taza de café (LLEC). Parejas, amores
imposibles, cartas de amor, viajes en el tiempo, amores antiguos…
Los
beneficios irán destinados a la Fundación “Hospital amic” de Sant Joan
de Déu de Barcelona para la humanización y apoyo del tratamiento de
cáncer y la leucemia infanti
Me dejé atrapar por el título... continué leyendo pues la maestría de tu pluma me lo sugirió...no me arrepiento, gusté leerte.
ResponderBorrarDestaco aquello de:
///La vida es de las tristezas la mayor agonía///
Mis felicitaciones!!
Shalom
Gracias Beto Brom. Gracias por tus palabras, te lo agradezco mucho
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