Antes de que el
Alzheimer me borre la memoria
y se apodere de
mis actos,
madre,
quiero
encontrarte en mi recuerdo
descubrir la
caricia
el beso
el arrebato.
Sin tus manos
sin mis manos
dime: ¿cómo lo
hago?
Sin tu presencia
dime: ¿cómo te
encuentro?
Con tanta rabia y
dolor
con tanto llanto
no vertido
con tanta ilusión
escamoteada
dime: ¿cómo le
hago?
No sé si ya te
perdoné
haberte ido antes
de tiempo
solo sé
que nunca es
tiempo
que nunca es un
buen día
ni una buena hora
para enfrentar la
muerte
y con la muerte
tu ausencia
¡qué nunca es
tiempo!
Antes de que el
Alzheimer me borre la memoria
y mis pasos se
confundan con tus pasos
quiero
encontrarte, madre
en mi recuerdo.
Desde el fondo de
la duda
me levanté a
cabalgar
inquieta
apasionada
transparente
sin más
indumentaria que mi piel
ocultando siempre
de dónde vengo
y temiendo
siempre
el hacia dónde
voy.
Tropecé en la
vereda
con mariposas
no eran ciertas
apenas realidad
virtual
inconfesada.
Tropecé
con almas en pena
cansadas
atolondradas
perdidas
en el abismo de
las no palabras.
Tropecé y tropecé
tanto y con
tantas almas mustias
que decidí
borrar del todo
mi sonrisa.
Regresé al
vínculo oculto
de la duda
entre algoritmos
y mentiras
de los que se
dicen ricos y son pobres
de los que siendo
pobres
se creen ricos.
Regresé sin
bálsamo
ni apoyos
sin pedestales
ni asientos
y quién sabe
cuándo
un día
tal vez un día
regrese al camino
nuevamente;
fingiendo que
estoy bien:
y volverán las
mariposas
revoleteando
sobre la duda
y el dolor
lamentándose
de la vida
y de la muerte.
Y cuando te beso
despacio
se vienen abajo
las convenciones
y los trueques
solo importas tú
solo importo yo:
mi boca en tu
boca
mi cuerpo
en tu cuerpo.
Y cuando te beso
beso de amante
desnuda
la noche siente
envidia
y parpadea
estremecida
con ganas
más, no hay
espacio para ella
solo el justo
el que permite
dejar las ropas en una esquina
y los besos en tu
piel
en mi piel.
Cuando te beso
la lluvia se
siente perdida
y toca a la
ventana
más
no abro porque
me he detenido en
tu boca:
presa.
Esa verdad errática
a la que le falta
poco para enloquecer
la traída y la
llevada a convenciones
a patios del
vecindario,
la que viste de
largo
y lentejuelas
la de jean
vaquero
la de camisas a
rayas
la del escote
pronunciado
esa verdad que no
te pertenece
y no me pertenece
la del difunto
y la rosa
la de la
prostituta, en la esquina
la de la maquila
la que se
revuelca en el fango
la nunca dicha:
esa verdad que es
verde o roja
dependiendo de
donde estés
de donde esté: continente
o geografía…
le falta poco
para enloquecer.
Esa verdad
que anda de boca
en boca
y nadie entiende
a dónde va
la de filtros
la de tentaciones
de redes
Facebook, Twitter
y más
se queda muda
aturdida
sin saber qué
hacer.
Esa verdad
de pantalones
bajos
de suciedades en
las esquinas
de poca fe
nos observa.
Y
tú que le das
abrigo
que sientes pena
por ella
la miras y te
sorprendes
porque, al fin y
al cabo
es tu, la mía, la
de aquellos
es
nuestra
verdad.
Ay, Cuba
un amasijo de
penas
para llorarla, en
el recuerdo:
un barco sobre la
ola
una Belén
casquivana
Cuba, la de
cantos y sirenas
la incomprendida,
la bella.
Allá, sobre las
aguas
mi hermana
mi hermano
el primo
y la espera.
Allá sobre el
guarapo caliente
el abanico en las
noches
y dos que juntan
sus cuerpos
entre besos
risas
sudor
y pena.
Cuba, la de la
familia inmensa
la de mi ahijada
y tu ahijado
la del vecino
y la vecina.
Cuba
siempre
mi amada.
Y sobre el pico
más alto
un sinsonte
un carpintero
trillando
un tono nuevo.
Cuba, ay, Cuba
la de la mirada
alegre
la de la sonrisa
franca
aunque haya
quienes te inventen
y te inventen
de tantas y
tantas formas
que a veces
a veces
yo no te
encuentro.
Ay, Cuba.
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