Normalidad es una de las palabras más utilizadas, además de
coronavirus, covid 19, vacuna, síntomas, fallecidos, y muchas otras asociadas a
la actual pandemia que tiene en vilo a la humanidad con millones de contagiados
y más de 639 mil de víctimas fatales hasta el momento en que escribo estas líneas.
Es además una de las palabras que expresa el anhelo de regresar
a lo que éramos antes de covid.
¿Pero qué significa esta palabra? Según el Diccionario de
la lengua española, normalidad es la “cualidad o condición de normal”;
así sin mucho más.
Los humanos somos entes eminentemente sociales, es decir
necesitamos mantenernos en contacto, socializar, abrazarnos los unos a los otros.
Nos hemos construido, desde siempre, consciente
o inconscientemente, ese supuesto de “normalidad” y todo lo que no se aproxime
a ese concepto es lo opuesto. Por lo que lo que ahora estamos experimentando y
viviendo, no puede ser considerado normal. ¿O sí?
Como parte de la sociedad moderna en la que vivimos se
considera normal parir hijos, y como es lógico educar a los hijos; y trabajar
para mantenerlos. En esencia ese es el orden establecido. No importa si eres
pobre o de clase media, o si eres rico. Porque hasta los ricos mandan sus hijos
a la escuela, aunque no sea a la pública.
Si eres una pareja afortunada, ambos tendrán trabajo y en
caso de que tengan hijos estos, irán a la escuela. El mundo está concebido de manera tal que
mientras mamá y papá trabajan, los nenes están en la escuela o en la guardería.
Un formato también valido para la madre o padre soltero que trabaja.
Entretanto, el nuevo coronavirus sigue allá afuera enviándonos
mensajes virulentos que se traducen cada día en más muertes y contagios, pero nosotros
no le hacemos mucho caso y salvo que sea obligatorio el confinarse nos
empecinamos en continuar con nuestras rutinas laborales o bien porque estamos
demasiado aguijoneados por las deudas y obligaciones contraídas como parte de
la vida moderna o porque simplemente no queremos escuchar a los científicos ni
preocuparnos por lo que dicen las cifras.
Una mirada a este escenario evidencia igualmente que, en general, aunque se adoptaron ciertas medidas, no hemos sido buenos estrategas para contener la propagación del covid 19. Acciones de contención tan simples como el uso de nasobucos aún se ponen en evidencia,
incluso por líderes nacionales o han llegado demasiado tarde.
Y por otra parte están nuestros supuestos de normalidad que
incluyen el hacer dinero para cubrir nuestras necesidades más elementales y no
elementales. No concebimos la normalidad de otra manera y los acreedores
tampoco.
El virus ha apretado la tuerca a su máxima expresión y la
normalidad esa cualidad o condición de normal de la que habla el diccionario será
resignarse a que las muertes por coronavirus se sitúen a la cabeza de todas las
causas de muerte hasta ahora conocidas, mientras que no aparezca una vacuna o
un antiviral eficaz.
Y como parte de ese proceso de resignación no podemos
quedarnos en casa y los niños irán en unos días a las escuelas. Habrá excepciones,
pero la mayoría acatará el orden porque forma parte del supuesto de normalidad
construido por los humanos, sin plan B.
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